¿Qué se espera del cobre?4 min lectura
Por: Guillermo Vidalón, Comunicador Social especialista en la Industria Extractiva
El cobre es un metal industrial clave para la transición energética, en consecuencia, el precio del mismo continuará en senda ascendente, mayor inclusive cuando los escenarios de conflicto bélico en Europa y el Medio Oriente lleguen a su fin porque habrá que reconstruir ciudades y reponer o renovar el armamento empleado.
¿Qué significa este escenario para los países productores del rojo metal? Una oportunidad única para emprender el desarrollo de la infraestructura que permita establecer sinergias entre sus actividades económicas y transformarse en desarrollados -en nuestro caso, al Perú-.
Si el cobre generará una caja fiscal creciente y sostenida para los próximos 3 o 4 gobiernos nacionales, lo lógico es aprovechar ese período para destinar los mayores recursos a consolidar otros motores de desarrollo como lo es la agricultura, el turismo, pesquera, forestal, industria, comercio, servicios, entre otras. En el caso de la agricultura, ésta depende de la disponibilidad de agua, líquido elemento que por fortuna existe en el territorio nacional en cantidades suficientes. Sin embargo, se requiere desarrollar infraestructura hídrica, represas, cochas, canales, etc. para ampliar la frontera agrícola, transformar las áreas desérticas en nuevos pulmones ambientales. El turismo demandará de una mejora en las instalaciones portuarias y aeroportuarias, así como de los servicios de hospedaje, transporte, entretenimiento, entre otros y así sucesivamente.
Empero, para lograr lo expresado es necesario impulsar el desarrollo de los proyectos mineros con capitales nacionales y extranjeros, porque de lo contrario, la mayor capacidad económica hará que la inversión se dirija hacia otros países y otra vez el Perú verá pasar el tren de la historia.
Con la expansión de la minería cuprífera se pueden fortalecer instituciones académicas para vincularlas a las principales universidades del mundo con la finalidad de capacitar a investigadores, llevarlos a un nivel competitivo internacionalmente para que propongan nuevos emprendimientos, innoven y generen un círculo virtuoso que conduzca al Perú hacia el ansiado desarrollo sostenible.
En la actualidad, en el continente sudamericano del lado que mira hacia el océano Pacífico se concentra más del 40 por ciento de la producción de cobre del mundo y si el Perú pone en valor los proyectos de cobre ya descubiertos -además de los correspondientes a otros metales-, tendrá la opción de convertirse en el primer productor mundial y establecer un programa conjunto de investigación con Chile sobre el uso diversificado de este metal para estimular su demanda.
En el Perú, no obstante las diversas oportunidades perdidas, parecería que algunos no se percatan de éstas. Recordemos que, a mediados del siglo XIX, el guano fue una de esas oportunidades, luego lo fue el salitre, posteriormente, el caucho y ahora nuevamente los metales (también lo fueron tras la Segunda Guerra Mundial), en particular el cobre por el proceso de electrificación de las ciudades.
En cambio, si la visión de desarrollo del país es generar bienestar para la población con el establecimiento de una perspectiva de futuro mucho mejor que la actual, el desarrollo de los proyectos de cobre se convierte en una necesidad impostergable; por consiguiente, la acción de las dependencias estatales y, también del sector privado, tiene que ser cómo llegar al objetivo en el menor plazo posible, persuadiendo a la población del entorno de los yacimientos.
Imaginemos cómo cambiará la realidad social de regiones como Cajamarca y Apurímac si aprovechan su potencial minero, de pobres y pobres extremos a una población de clase media con un alto estándar de vida. La evaluación y propuestas de mejoras en la normatividad ambiental tienen que estar orientadas al cumplimiento de la finalidad del desarrollo económico y social. Lo ambiental es importante, pero las posiciones catastrofistas siempre fracasaron a la luz de la historia. Tengamos presente que, cuando se lanzaron las bombas atómicas sobre las ciudades de Hiroshima y Nagasaki en Japón, se dijo que pasarían cientos de años para que vuelva a haber vida en esas localidades. En 1945, Hiroshima y Nagasaki eran habitadas por 350 mil y 250 mil personas respectivamente, en la actualidad, la primera sobrepasa el millón de habitantes y la segunda casi duplicó su población.
Todas las actividades económicas impactan el ambiente, pero, también es cierto que todo impacto será superado en función a la investigación porque ésta genera conocimiento y éste tecnología aplicada para hallar soluciones adecuadas. Así que, es tiempo de dar paso a los protagonistas del bienestar y la mejora de la calidad de vida para todos los peruanos.
Gracias por leerme, favor compartir para que más peruanos conozcan de la importancia de la minería para el desarrollo nacional.