MINERÍA ILEGAL Y EL QUIEBRE DEL ESTADO DE DERECHO4 min lectura

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MINERÍA ILEGAL Y EL QUIEBRE DEL ESTADO DE DERECHO4 min lectura

La minería ilegal resulta como la caja de Pandora, una vez que la abres salen todos los males y nadie puede asegurar si logrará controlarlos. Efectivamente, según los cálculos más conservadores, esta actividad podría estar generando -solo por la extracción de oro- más de $4,000 millones anuales, monto que podría estar siendo empleado para corromper a más de una conciencia.

 

Lo peligroso de la minería ilegal no es solamente el hecho que operen en condiciones social y ambientalmente muy cuestionables, sino que para garantizar la continuidad de su actividad están incursionando en otras esferas sociales, como la política, la social y la productiva.

 

Cuando algún o algunos mineros ilegales llegan a tranzar con cifras tan altas, se convierten en un polo dinamizador de las economías más pequeñas en el interior del país, lo que genera tolerancia de la ciudadanía ante una actividad claramente delictiva.  Lo más dañino para la moral pública es que las personas terminen aceptando que es una actividad ilegal, que extrae recursos que son de la Nación -es decir, de todos los peruanos-, que representa un riesgo y, sin embargo, logre una convivencia y razonamientos perversos: “Si me dan empleo, continuaré con ellos más allá de lo que hagan”.

 

El minero ilegal -o la cúpula que los conduce mediante el acopio del mineral en diferentes lugares de la costa- no cuenta con una visión de país unitario, tal como señala la constitución del estado, su interés es netamente crematístico, por eso organiza o contrata bandas organizadas que les faciliten su accionar.  Inclusive, desconocen el estado de derecho al ingresar a otras concesiones mineras y pretender despojar al legítimo titular para que abandone un área que investigó previamente a solicitar la autorización respectiva para realizar su trabajo.

 

Las bandas de la ilegalidad recurren a la amenaza, la extorsión e inclusive han llegado a atentar en contra de la vida de trabajadores de seguridad de algunas operaciones mineras, desafían a las fuerzas del orden porque no les interesa ponerse a derecho.

 

El Registro Integral de Formalización Minera (REINFO) ha servido para que algunos mineros decidan pasar a la formalidad y legalizar las operaciones que realizaban; no obstante, pero, otros lo han empleado como un mecanismo que les permita contar con un ápice de legalidad desde el cual justificar su accionar. Dicen contar con el REINFO, pero invaden una concesión, lo que demuestra que hay quienes en su oportunidad han recurrido al REINFO como una estrategia.  No han actuado de buena fe ante la autoridad que se los otorgó.

 

El inmenso poder económico que alcanza la minería ilegal también se manifiesta o puede tener presencia en la esfera política local donde opera y, de ser posible en la provincial, regional y, por qué no decirlo, en la nacional.  Hace pocos años hemos tenido representantes en el poder legislativo que se identificaban abiertamente como “cocaleros”, cuando en la práctica, por el volumen de producción a la cual estaban vinculados era fácil colegir que tenían vínculos con el narcotráfico.

 

Si una actividad criminal como el narcotráfico -que aún opera en el país- tenía representación, ¿por qué no imaginar que la minería ilegal no los tiene o no aspira tenerlos o a lograr una mayor participación en el aparato del estado, sea participando directamente en la esfera política en las elecciones generales del 2026 o promoviendo algún representante que emplee un eufemismo como mineros artesanales.

 

En el supuesto negado que lograsen copar el aparato del estado, ¿cuál sería el resultado para la ciudadanía, quedar a merced de la criminalidad? Hay mucho que reflexionar, pero también de actuar. A las actividades delictivas les interesa aprovechar al máximo las ventajas que el territorio les ofrece, si es necesario buscarán escindir el territorio. No se trata de una mirada apocalíptica, sino de analizar con prospectiva qué puede significar la consolidación de un estado gobernado por la minería ilegal, el narcotráfico y demás males de la caja de Pandora.